El día que preparaba la reproducción en este blog de "El misterioso caso de los tenedores desaparecidos", me disponía a digitalizar la ilustración que había dibujado en 1987. Entonces me vino la idea de hacer una nueva, utilizando la Inteligencia Artificial (IA).

Así que fui a Bing Image Creator, la que tenía a mano en ese momento, y le di el siguiente prompt: 

"Hazme una imagen, tipo cartoon, de unos tenedores con alas, volando como si fueran aves migratorias"

En solo 20 segundos, el ingenio cibernético me dio una imagen que satisfizo mis expectativas, en la que yo, de haberla logrado, hubiera tenido que invertir, al menos, una hora.

Tenedores-volando
A la izquierda, la ilustración dibujada a mano en 1987. A la derecha, la imagen realizada con ayuda de la inteligencia artificial.

Resulta inquietante saber que cualquier persona puede, en solo unos segundos y de manera gratuita, obtener una imagen que desee, sin tener talento y sin haber dedicado tiempo y esfuerzo en su preparación.

La presencia de la IA en nuestras vidas cotidianas está cambiando las reglas del juego, transformando la forma en que nos comunicamos y trabajamos. Los empleos y la ejecución de los trabajos tendrán que reinventarse para adaptarse al nuevo escenario. Aquellos que no se sumen quedarán casi descalificados laboralmente. Un enorme abanico de posibilidades se abre ante la humanidad, potenciando su capacidad y liberándola no solo de aquellas tareas repetitivas y simples, sino de las creativas.

Por supuesto que las centrales nucleares se están beneficiando también de los cada vez mayores aportes de la IA. Inicialmente, fue utilizada para tareas básicas como el análisis de datos, pero ahora —con notables avances en el aprendizaje automático, el análisis predictivo y la robótica— la IA ha evolucionado hasta desempeñar un papel crucial en la mejora de la seguridad, la eficiencia y la confiabilidad.

Desde el monitoreo y el diagnóstico hasta el mantenimiento predictivo y la evaluación de riesgos, la IA está brindando a los operadores de plantas información valiosa y herramientas de toma de decisiones para garantizar operaciones fluidas y mitigar los riesgos potenciales.

Por otra parte, las centrales nucleares están destinadas a satisfacer la sed de electricidad de la IA, la que ha generado preocupaciones sobre su sostenibilidad y los peligros para el medio ambiente. Desde el entrenamiento de algoritmos complejos hasta la ejecución de aplicaciones sofisticadas, las demandas computacionales de la IA son significativas, y algunas estimaciones sugieren que podría consumir tanta energía como un país pequeño para 2027.

Los centros de datos que albergan infraestructura de IA a menudo dependen de fuentes de energía tradicionales, lo que contribuye a las emisiones de gases de efecto invernadero y aumenta nuestra dependencia de los combustibles fósiles. Y es aquí donde la energía nuclear puede acudir al rescate, con su alta densidad energética y su funcionamiento libre de emisiones de carbono.